El tecnecio es un elemento químico que tiene un número atómico de 43 y es uno de los elementos más raros y escasos en la Tierra. Aunque no se encuentra naturalmente en la corteza terrestre, se ha encontrado en pequeñas cantidades en la naturaleza en forma de trazas radioactivas en minerales de uranio y torio.

Debido a su rareza, el tecnecio se sintetiza artificialmente en laboratorios para su uso en medicina nuclear y en otras aplicaciones industriales.

La historia del descubrimiento del tecnecio es fascinante y está rodeada de controversia y misterio. El tecnecio fue el primer elemento sintético que se descubrió en la tabla periódica y su descubrimiento tuvo lugar a principios del siglo XX.

El descubrimiento del tecnecio se atribuye comúnmente a Emilio Gino Segrè, un físico italiano-americano que trabajaba en la Universidad de California en Berkeley. Segrè nació en Tivoli, Italia, en 1905, y después de estudiar física en la Universidad de Roma, se trasladó a los Estados Unidos en 1928 para estudiar en la Universidad de Míchigan. En 1934, se unió al equipo de Enrico Fermi en la Universidad de Roma para trabajar en la investigación sobre la fisión nuclear.

En 1937, Segrè se trasladó a Berkeley para trabajar con el famoso físico nuclear Ernest Lawrence en su laboratorio de ciclotrones.

Durante su tiempo en Berkeley, Segrè se convirtió en un experto en el uso de ciclotrones para producir elementos radiactivos y desarrolló una técnica para separar y purificar isótopos de elementos radiactivos.

En 1938, Segrè y su colega, el físico británico-estadounidense Glenn T. Seaborg, estaban trabajando en un experimento para sintetizar el elemento 93, que en ese momento se pensaba que era el siguiente elemento en la tabla periódica después del uranio. Sin embargo, cuando los científicos examinaron los resultados de su experimento, descubrieron un elemento nuevo y desconocido con un número atómico de 43. Este elemento tenía un corto período de vida y emitía radiación gamma.